Una década sin la mirada de Kubrick
D. ORIHUELA / EFE
Es el hombre de las 13 películas, trece obras maestras de la historia del cine, unas más que otras, que le llevaron a ser catalogado como una de las personas más influyentes del siglo XX. Huraño, introvertido e independiente, Stanley Kubrick murió hace ahora una década, a los 70 años de edad.
Kubrick nació en el Bronx, en Nueva York, en el seno de una familia de clase media-alta. Su padre le regaló una cámara fotográfica y con ella se ganó sus primeros dólares. Sus otras dos pasiones, la música y el ajedrez, fueron también parte importante en su trabajo posterior como cineasta. En «2001: una odisea en el espacio» decidió a última hora rechazar la banda sonora original compuesta por Alex North y se encargó él mismo del trabajo. En la misma película se homenajea al ajedrez, un juego o deporte que además de darle estabilidad económica en momentos difíciles, le sirvió como ejercicio mental para amueblar su cabeza de genio.
Es sin duda el director más venerado de la historia del cine gracias a la enorme personalidad que impregnó a sus trabajos, que hizo a su entero antojo, ya que fue uno de los pocos realizadores que consiguió el control total de su obra, incluido el montaje final.
Las impactantes imágenes de sus películas, la originalidad de sus planteamientos, las innovaciones técnicas y la profundidad filosófica de sus historias hicieron de Kubrick un director único, de culto entre los aficionados al cine pero ignorado en lo que a premios se refiere. Aún así ganó nueve «Oscar» de la Academia norteamericana. Estuvo nominado 27 veces, cuatro de ellas como mejor director, pero todas las estatuillas que recogió premiaban categorías técnicas de sus películas. Tampoco le importaba demasiado.
Comenzó trabajando como fotógrafo, labor que le dio relevancia internacional en 1945 por una imagen que mostraba a un entristecido vendedor de periódicos tras la muerte de Franklin Delano Roosevelt, pero pronto se interesó por el cine y comenzó rodando cortos con su propio dinero y realizando él casi todos los trabajos.
Su primer largometraje fue «Fear and Desire» (1953), al que siguió «El beso del asesino» (1955), dos películas que le sirvieron de aprendizaje y de las que posteriormente renegaría. Con «Atraco perfecto» (1956) se dio a conocer y comenzó a marcar su estilo cinematográfico. Los «flashbacks» y el uso que hizo del tiempo para narrar la historia de un atraco a un hipódromo supuso toda una innovación.
El mito comenzó con «2001: Una odisea del espacio» (1968), que muchos consideran el mejor filme de ciencia ficción de la historia del cine, totalmente adelantada a su tiempo, y continuó con otro clásico, «La naranja mecánica», de contenido violento y sexual. Con «Eyes wide shut» (1999), una cinta que los críticos consideran lejos del talento de su director, cerró su filmografía.
Un director que persiguió la perfección técnica en cada uno de sus trabajos y para quien era más importante mostrar su visión simbólica y filosófica de la vida y de la historia antes que lograr el éxito y el reconocimiento.
Filmografía
1999: «Eyes Wide Shut»
1987: «La chaqueta metálica»
1980: «El resplandor»
1975: «Barry Lyndon»
1971: «La naranja mecánica»
1968: «2001: Una odisea del espacio»
1964: «Teléfono rojo. Volamos hacia Moscú»
1962: «Lolita»
1960: «Espartaco»
1957: «Senderos de gloria»
1956: «Atraco perfecto»
1955: «El beso del asesino»
1953: «Fear and Desire»
fuente: La Nueva España: http://www.lne.es
Es el hombre de las 13 películas, trece obras maestras de la historia del cine, unas más que otras, que le llevaron a ser catalogado como una de las personas más influyentes del siglo XX. Huraño, introvertido e independiente, Stanley Kubrick murió hace ahora una década, a los 70 años de edad.
Kubrick nació en el Bronx, en Nueva York, en el seno de una familia de clase media-alta. Su padre le regaló una cámara fotográfica y con ella se ganó sus primeros dólares. Sus otras dos pasiones, la música y el ajedrez, fueron también parte importante en su trabajo posterior como cineasta. En «2001: una odisea en el espacio» decidió a última hora rechazar la banda sonora original compuesta por Alex North y se encargó él mismo del trabajo. En la misma película se homenajea al ajedrez, un juego o deporte que además de darle estabilidad económica en momentos difíciles, le sirvió como ejercicio mental para amueblar su cabeza de genio.
Es sin duda el director más venerado de la historia del cine gracias a la enorme personalidad que impregnó a sus trabajos, que hizo a su entero antojo, ya que fue uno de los pocos realizadores que consiguió el control total de su obra, incluido el montaje final.
Las impactantes imágenes de sus películas, la originalidad de sus planteamientos, las innovaciones técnicas y la profundidad filosófica de sus historias hicieron de Kubrick un director único, de culto entre los aficionados al cine pero ignorado en lo que a premios se refiere. Aún así ganó nueve «Oscar» de la Academia norteamericana. Estuvo nominado 27 veces, cuatro de ellas como mejor director, pero todas las estatuillas que recogió premiaban categorías técnicas de sus películas. Tampoco le importaba demasiado.
Comenzó trabajando como fotógrafo, labor que le dio relevancia internacional en 1945 por una imagen que mostraba a un entristecido vendedor de periódicos tras la muerte de Franklin Delano Roosevelt, pero pronto se interesó por el cine y comenzó rodando cortos con su propio dinero y realizando él casi todos los trabajos.
Su primer largometraje fue «Fear and Desire» (1953), al que siguió «El beso del asesino» (1955), dos películas que le sirvieron de aprendizaje y de las que posteriormente renegaría. Con «Atraco perfecto» (1956) se dio a conocer y comenzó a marcar su estilo cinematográfico. Los «flashbacks» y el uso que hizo del tiempo para narrar la historia de un atraco a un hipódromo supuso toda una innovación.
El mito comenzó con «2001: Una odisea del espacio» (1968), que muchos consideran el mejor filme de ciencia ficción de la historia del cine, totalmente adelantada a su tiempo, y continuó con otro clásico, «La naranja mecánica», de contenido violento y sexual. Con «Eyes wide shut» (1999), una cinta que los críticos consideran lejos del talento de su director, cerró su filmografía.
Un director que persiguió la perfección técnica en cada uno de sus trabajos y para quien era más importante mostrar su visión simbólica y filosófica de la vida y de la historia antes que lograr el éxito y el reconocimiento.
Filmografía
1999: «Eyes Wide Shut»
1987: «La chaqueta metálica»
1980: «El resplandor»
1975: «Barry Lyndon»
1971: «La naranja mecánica»
1968: «2001: Una odisea del espacio»
1964: «Teléfono rojo. Volamos hacia Moscú»
1962: «Lolita»
1960: «Espartaco»
1957: «Senderos de gloria»
1956: «Atraco perfecto»
1955: «El beso del asesino»
1953: «Fear and Desire»
fuente: La Nueva España: http://www.lne.es
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